El Màs

El Más era un caserón.
Fue la casa más importante de mi vida, donde pervive todo lo que me acompaña, mis pensamientos más intensos, mis sentimientos más queridos.
“Más” es la abreviación en catalán para masía, la casa de payés “típica”,  con diversas dependencias para los animales, el guardado de las cosechas, y las habitaciones de las familias que vivían ahí.
Lo más es también la meta, lo último, el tope de algo.
Eso es.

No tengo conciencia mi edad en mi primer recuerdo, pero ahí está.
Cierro los ojos y lo siento.
Estoy allí.
Puedo olerlo.
Por años que pasen, ese olor permanece en mi memoria.
Moriré con ese olor y todo lo que arrastra consigo.

Me transporta a un camastro, ni siquiera una cama, que tenía una colcha raída, de color granate y marfileño, con unos dibujitos de flores en filigrana, parecidos a los dibujos de esos platos de loza antiguos de La Cartuja de Sevilla. Creo recordar que el colchón era de paja y contenía una mezcla de olores antiguos, de humedad, oscuridad y miedo que en esa edad yo no sabía controlar. Con el uso, el colchón se apelmazaba y tomaba la forma del cuerpo, de manera que quedabas incrustado en el, como en un

nadando en el Ciurana, a su paso por el Mas, años 60

Julia, avivando el fuego en el Mas, años 60

los cuatro hermanos, un dia cualquiera, en el Mas, años 60